A propósito de cine: teleobjetivo Malpaso.

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Estas son las memorias que debería tener todo cinéfilo. Los cuatro magníficos de Malpaso:

Terry Gilliam, un caballero con la cabeza estrellada

En la memoria colectiva del cine más desternillante del siglo, el primer lugar lo ocupan, sin lugar a dudas, los Monty Python. Títulos como Los caballeros de la mesa cuadrada o La vida de Bryan han marcado un época en varias generaciones de espectadores. Que todavía se siga hablando de sus películas y sirvan de referente es una señal. Estas memorias prepóstumas son el testimonio de aquellos locos años de cine y desenfreno acompañado por personajes tan infalibles. Los Monty Python (como es natural), George Harrison, Robin Williams, Jeff Bridges, Robert de Niro, Brad Pitt, Uma Thurman, Johnny Deep, Woody Allen, Frank Zappa, Richard Nixon… Todos ellos aparecen en Gilliamismos, la autobiografía de un caballero. Con la cabeza estrellada.

Roman Polanski, un superviviente por antonomasia

Entrar de visita en diferido en una cárcel o codearse con un submundo a través de la pantalla de protección de un libro o el plasma es algo que a cualquiera le suscita cierto morbo. Solo hay que echar un vistazo a la cantidad de productos relacionados que surgen cada año. Series como las míticas The wire, Los Soprano, Oz, Prison break, Breaking bad; las cintas celda 211, Convicto, Cadena perpetua, Una oración antes del amanecer o publicaciones como Mafia Life, Malerba, Tibu. Memorias de un mánager o Cadencia de estornino editados en nuestros sellos. La oscuridad también atrae, lo que está al otro lado, especialmente si el que actúa de cicerone narrativo te guía por unos escenarios que poco a poco van dejando de parecer parte de un parque temático y se van convirtiendo en tu realidad. Maurizio Torchio lo logra a través de una narración sencilla y espeluznantemente serena, tal y como lo ve. Narrador testigo a veces, otras se la juega a ser dios y opta por una suerte de omnisciencia bastante convincente que te hará preguntarte si no estará también leyendo tu mente mientras le sigues.

Ennio Morricone, el compositor

Ennio Morricone, el compositor y director de orquesta más conocido del universo, hace un repaso sobre su vida y pasiones en su libro En busca de aquel sonido. Mi música, mi vida, publicado por Malpaso. El compositor de bandas sonoras más prolífico – para más de 500 películas y series de televisión–, ganador de un Oscar a la mejor banda sonora por Los odiosos ochos (2016) y un Oscar honorífico (2006), es considerado como el Nobel de la música. Uno de los compositores más influyentes del siglo XX, cuenta con dos premios Grammy, tres Globos de Oro, cinco BAFTA, diez David de Donatello, once Nastro d’argento y el Premio de Música Polar. Con este elenco de condecoraciones cuenta con suficientes argumentos para contarnos su vida e hipnotizarnos. Este libro son las conversaciones que el compositor y escritor Alessandro de la Rosa mantuvieron durante toda una década. Se ve que a Morricone le gusta estar en compañía creativa, incluso para hablar de su vida. El que fuera el fiel compañero que puso música a las excelentes filmografías de Sergio Leone y Giuseppe Tornatori habla a lengua suelta no solo de su pasión melómana, sino de la relación que mantuvo con la crème de la crème de los cineastas a lo largo de toda su vida.

Phillip Glass, la delicadeza inquebrantable

Nos gustan los creadores que rompen esquemas y Phillip Glass es uno de los compositores más experimentales de la música clásica de los años 60. Junto con Terry Riley, Steve Reich o La Monte Young consiguió llevar el sonido a su mínima expresión, consolidando una nueva forma de percibir y modelar el sonido; el minimalismo. Inspirándose en escultores como LeWitt, Judd, Robert Morris o Carl Andre, lograron transferir el ritmo de lo visual a lo musical. Con piezas como The Well Tuned Piano, Einstein on the Beach (la ópera que lo consagró como músico), Glasswork, The Photographer, The Light, Orphée alcanzó su nota más sobresaliente. Mención especial merece la banda sonora que compuso para La belle et la bête, de Jean Cocteau, todo un deleite. Pero lo que más sonará al gran público son las bandas sonoras de filmes como The Truman Show o Las horas. Palabras sin música son las memorias de Phillip Grass, contadas en 500 páginas –en palabras no es tan mínimo–, la recreación de toda una época con banda sonora incluida contada con agudeza y detallismo.

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