La España que abandonamos – Denis Escudero

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Review

España despoblada
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Crónicas
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Viajes
9/10
Edición
9,5/10
Overall
9.0/10

La España que abandonamos – Denis Escudero

La España que abandonamos – Denis Escudero, un viaje fascinante por los rincones de la geografía española que siguen resistiéndose a la despoblación y a que la emigración urbanita los convierta en pueblos fantasmas borrados del mapa.

Valoración usuarios:
4.5/5

Patrimonio de domingueros

En La España que abandonamos de Denis Escudero están los mismos paisajes que permanecen en nuestra memoria nostálgica como lugares de desconexión bucólica, parajes para un revival de veranos infantiles o aquellos lugares rescatados en un programa de documentales como rarezas emblemáticas de un patrimonio histórico natural que se nos está yendo de las manos. Están en nuestro pensamiento, y posiblemente continúen estando alguna que otra generación más, no como una preocupación por su subsistencia, sino como una idea de paraíso natural al que todos anhelamos ir a pasar unos días de terapia espiritual que a este paso acabará por convertirse en un paraje en ruinas o, en el mejor de los casos, en un decorado para rodar películas sobre la guerra civil española o recreaciones medievales.

Afortunadamente hay quienes gozan de cierta visión de futuro –en una época de consumo inmediato y carpe diem– que se mueven no solo por una suerte de idea romántica de salvaguardar nuestra historia, sino también por una lógica de valor económico de interés nacional en el sector primario. A partir de la publicación de La España vaciada de Sergio del Molino parece que ha habido un resurgir de la cuestión y se comienza a escuchar la lengua de las piedras que siguen manteniendo en pie el legado perdido de la mano de dios y de sus habitantes que pese a ser pocos, son población que habita La España que abandonamos y no fantasmas. El proyecto de industrialización en los medios rurales promovido en los años 60 junto con el reclamo de mano de obra en las ciudades y algún que otro proyecto hidrográfico de recaudación de agua, propició la lenta agonía de los pueblos e incluso su desaparición bajo las aguas pantanosas. Por suerte aún sigue vigente un espíritu combativo de rescate. Plataformas contra la España despoblada como Cáceres se Mueve, Milana Bonita o Pasarón Merece, Manifiesto por Cuenca, Cuenca Ahora, Portalrubio.esmas, Teruel Existe, janovas.org, la Asociación Amigos de Villarroya, Soria ¡Ya!, entre muchas más, alzan sus voces como pueden pese a seguir siendo un susurro ante el rumor agitado de las ciudades y los gobernantes entretenidos en otras cuestiones más ideológicas y menos idílicas…

La España desconectada y sin cobertura

Cuando Denis Escudero, autor de La España que abandonamos, decidió emprender un viaje de seis días recorriendo ocho pueblos durante 2200 kilómetros en coche junto a su hermano de viaje y fotógrafo de la aventura, Pedro Rolán, no se esperaba encontrar una realidad paralela en la misma superficie geográfica que acostumbra a transitar a tan solo unas centenas de kilómetros de distancia. No hace falta cruzar una línea del tiempo para trasladarte a un lugar que hoy en día sirve de inspiración a guionistas de series de televisión o como localización para directores de arte. Poco desalojo precisan lugares como Trevejo, Portalrubio de Guadamejud, La Estrella, Jánovas, Castillo Nuevo, Villarroya, Valtajeros o Jaramillo Quemado. Ya quisiera Hollywood disponer de decorados naturales sin necesidad de elaborarlos en cartón piedra. Y ya quisiera también compartir ámbito territorial con lugares emblemáticos cargados de historia y patrimonio, dicho sea de paso.

Nos cuenta Escudero que para que un lugar sea declarado en riesgo de extinción tiene que tener menos de 500 habitantes registrados. Localidades que cuentan con poco más de una decena de habitantes como Jaramillo Quemado (7), Villarroya (8) Trevejo (17), Castillo Nuevo (17), Valtajeros (19), Portalrubio (27)  o tan solo un matrimonio en La Estrella o Jánovas –pueblo completamente expropiado por intereses políticos que los vecinos intentan volver a habitar– nos dan una idea del desierto demográfico en el que sobreviven como pueden. Por poner un ejemplo, en Aragón hay 132 municipios que no tienen ni una sola tienda, ni un solo lugar donde ir a comprar alimentos básicos como fruta y pan, por no hablar de la conectividad para incentivar que parte de la población laboral estresada de las ciudades colindantes que tele trabaja pueda habitar periodos en un entorno de descarga de tensiones.

Un viaje con mochilas recargables

El viaje que nos propone Denis Escudero, autor de La España que abandonamos, parecería propio de un viaje temático por diversos enclaves de la historia de España si no fuera porque el trasfondo no es lúdico sino testimonial y acaso reivindicativo o de visibilización. ¿Cómo es posible que se estén descuidando agresivamente lugares míticos supuestamente protegidos por la Ley de Patrimonio Histórico? Un entorno repleto de fortificaciones musulmanas en la Sierra de Gata levantadas en el siglo XII, cuyo castillo se conserva en condiciones deplorables, un paraje que fue testigo de la Reconquista, la guerra de la Independencia o la guerra hispano-portuguesa; llanuras con montañas que parecen querer tocar el cielo en la Sierra Gorda; el valle donde se asienta el río Monleón, un bosque elegido por la Virgen de la Estrella para manifestarse en tiempos de sequía y crear devoción ritual y escultórica; paisajes sacados de una fábula en el Valle de Ara –rememorados en la novela Ordesa de Manuel Vilas–, rodeado de grandes montañas y con el único puente colgante del siglo XIX en España y en Europa occidental que conserva las torres y cables principales originales; un pueblecito sacado de un cuento de los hermanos Grimm con ventanas de madera y balcones coloreados por multitud de flores; un viejo pueblo minero en reconstrucción por antiguos paisanos que poco a poco y con mucho esfuerzo van restituyendo la identidad que un día le fue arrebatada; Nuestra Señora del Collado en Valtajeros, una de las dos únicas iglesias románicas fortificadas de España junto con la de Turégano (Segovia) o el hermoso paraje bucólico a la sombra del monte Mencilla, rodeado de prados y montes de robles, paraíso virgiliano.

Pueblos de agosto abiertos todo el año

No es de extrañar que con semejantes postales de naturaleza exuberante aún resistan habitantes permanentes u ocasionales con la inestimable fortaleza que les ofrece un paisaje espectacular y las tardes en el único lugar social del pueblo, el bar, en donde se reúnen para jugar a las cartas y conversar. «En verano hacemos una semana cultural y ponemos cine por la noche en la plaza. Se trae cada uno su hamaca o su silla y proyectan películas. De las modernas, además. No veas cómo se pone esto». «Pero eso es en agosto, que es cuando hay un poco de alegría aquí́. Este es un pueblo de agosto», comentan con resignación. Las fiestas locales son el único reclamo o placebo para seguir manteniendo con vida estos pueblos agonizantes, romerías, cultos a los patrones, fiestas populares con orquesta y baile o algún que otra idea genial de mantenimiento para estas zonas en grave riesgo demográfico como «la tienda de los pueblos sin tienda» en Soria que abastece de productos y servicios a los vecinos del medio rural, sobre todo a los de la tercera edad. O, incluso, un ejemplo de la excelente gestión de la despoblación del pueblo viejo de Belchite, destruido en 1937 durante la Guerra Civil, reconvertido en un plató al aire libre estimulado con proyectos como Belchite de Película que potencia el interés cinematográfico de un lugar que conquistó a cineastas de la talla de Thierry Guillan, Alberto Boadella o Guillermo del Toro para rodar sus películas. Y por supuesto, la mirada curiosa de visitantes y senderistas apasionados del patrimonio natural e histórico que regresan a su rutina de asfalto y cemento con las mochilas repletas de esencia humana y vital y, quizás, con el espíritu solidario y combativo para apoyar una lucha cuya victoria nos beneficia a todos.

La España que abandonamos, de Denis Escudero, es un excelente comienzo para emprender este itinerario emocionante de memoria y reconocimiento.

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