La pandemia ha conseguido cuestionar la fortaleza de nuestro estado de bien estar y de clase social. Todos los ciudadanos del mundo viajan en la misma nave de la pandemia. Si esta entra en barrena, caen todos juntos, sin importar si la butaca se ubica en la clase turista, en business o en gran clase.  El porcentaje de afectados que se verán en situaciones jamás pronosticadas es muy elevado. La lista de negocios quebrados es larga, así como la de empleados en ERTE y desempleo. Durante estos meses de confinamiento y relativa relajación de las medidas de protección tras la vacunación, se ha puesto a prueba la capacidad de respuesta del ciudadano ante la crisis. Balcones habitados por un vecindario que ha dejado de ser extraño, mensajes solidarios a las puertas de los confinados más vulnerables, cadenas de favores, conciencia de la importancia del pequeño comercio, reflexión sobre la España des-industrializada, sobre el cambio climático, la situación de abandono de nuestros mayores… Aterrizaje forzoso de una conciencia que permanecía suspendida en el aire como un satélite.  Se habla de la nueva normalidad, pero, «¿a qué normalidad aspiramos volver?», cuestiona Mónica Rincón, reconocida especialista en evaluación y resolución de conflictos.