Dos hermanos, Lara y Tomás, junto con su padre encuentran un cervatillo herido y solo al borde una carretera (seguro que ya te viene a la cabeza el personaje entrañable Bambi, de Walt Disney). Lo llevan a su casa, lo cuidan. Aislados en una casa del bosque –sin contacto con otros niños de su edad– convierten al animalito, apodado León, en su mascota y en su compañero de juegos hasta el punto de transformarlo casi en una persona. Lo visten, lo asean en el baño y comparten fantasías y travesuras. Los niños protectores tienen una herida profunda fruto de la pérdida de su madre, al igual que el cervatillo. Esos juegos denotan que hay un vacío dentro de ellos propiciado por la orfandad. Sin embargo, Phellip William y Melissa Garabeli –los autores de Saudade provenientes de la floreciente y atractiva escena brasileña– a pesar de que se mueven en el pantanoso y delicado territorio del sentimentalismo, no caen en la tentación del exhibicionismo que trafica con el dolor y los golpes bajos.